Thursday, June 22, 2006

La columna de Lubriña

LAS POMPIS DE PIMPONG

Darling, ¿sabes cuál es el partido que más recuerdo de este mundial? Sí, ese en que salió uno de esos morenos que creíamos ya extintos. Ay, cómo no recordar esos glúteos bien moldeados, de perita, y esos muslos carnosos que a todas nosotras nos dejó lelas. Nos arruinó la fiesta, ¿no? Nosotras ya habíamos preparado nuestras canchitas, comprado coca colas, listas para ver carne mediterránea, cabellos largos y castaños, rostros hermosos, piel bronceada. Pero ese moreno nos arruinó la tarde. “Qué tal trasero”, dijo una, y todas dejamos de opinar sobre ese corpulento y apolíneo Luca “Tadzio” Toni (el efebo ya crecido de Thomas Mann) para fijarnos en ese ghanés rastafari con las piernas más desarrolladas de toda Alemania. Pero sobre todo, darling, sobre todo esas nalgas que sobresalían y que daban ganas de hacerle un tiquitín, solo para comprobar si estaban realmente duritas, dos nalguitas de piedra, dos pancitos de ocho días. Ay, darling, el loquerío que se armó. Una empezó a tener convulsiones (tanto trasero africano le causó un patatús) mientras que otra comenzó a comerse la canchita sin parar, como si solo quisiera atragantarse dios sabe para sentir qué. Yo estaba boquiabierta, claro que sí, y mucho más desesperada por verlo en acción. Tan pronto tocó la pelota, se enredó con sus propias piernas, pero de algo estuvimos seguras: “si este moreno no juega nada, lo habrán llevado para otra cosa…”. Y como que se nos abrió el corazón (por ahí se comienza, darling) al oír al relator decir su nombre (habíamos estado tan entusiasmadas por ese trasero que no nos percatamos del curioso apellido). “¿Pimpong?”, nos preguntamos incrédulas todas al unísono. “¡Ping –pong!”, gritamos en coro, muertas de risa. “Para aquí, para allá, para aquí, para allá”. Nos movimos de un lado para otro desde nuestros asientos, imaginando a este africano con sus 30 kilos de pompis (dios, qué trasero), compartiendo con todas una velada inimaginable. El resto del partido fue un deleite, darling, como imaginarás. Atrás quedaron los mediterráneos y sus rostros finitos, de textura delicada. Atrás, muy atrás, ese Totti ahora con peinado de cachaco, ese Del Piero con cara de pervertido, incluso el “Tadzio” Toni dejó de interesarnos. Queríamos ver a Pimpong en acción, mirarlo correr tras la pelota. Ay, no sabes el loquerío que era cuando se caía. “Quiero ser tu césped” gritaba una. “Y yo tu suspensor”, replicaba otra. Sí, darling, como jugador una desgracia, pero eso a nosotras no nos importó desde un comienzo. Y ahora que Ghana ha pasado a Octavos de final, no sabes lo que hemos preparado. Estaremos todas reunidas en el hotel donde se hospedan estos negritos, y ya hemos hecho unas pancartas exclusivas para Pimpong. Y si se acerca a saludarnos, dios, hemos decidido echarla a la suerte. ¿Quién se queda con Pimpong, regias? Lo decidiremos mediante Fu-man-chu. Pero como tú sabes, darling, eso es algo que yo no sé jugar bien (se trata de papel, piedra, tijera, ¿verdad?). Así que no te preocupes. Yo te quiero a ti, a nadie más que a ti. Yo me contento contigo, a mí me alcanza sobrado mi pedacito de camote, mi chancay de 20 céntimos, mi olluquito de menú…

QUARK

3 comments:

Anonymous said...

Jajajaja... buena! Pero yo creo que hoy Pimpong se estrena en Neverland. ¿Jugamos una copa de Octavos? Cada quien coge un equipo... Oigan, yo creo que esta es una falsa Lubriña... más parece la columna de aquel periodista loretano cuyo nombre no recuerdo..

Anonymous said...

La LUbrina, la Fulgencio, en el fondo todas son iguales... jaja

Anonymous said...

¿Darling? ¿Yo cuándo he dicho eso? Briña, ¿me estás confundiendo con mi prima la China o con mi tía la Susan? Más respeto por favooooor