Wednesday, July 12, 2006

No se arrepiente

Zizou dijo que no se arrepiente, que hubiese preferido recibir un puñetazo antes que los insultos de Materazzi. Pero lo cierto es que Zidane en ese partido estaba muy presionado. Se lo notó en el gol, y mucho más cuando pidió su cambio. Cuando hizo ese movimiento, Domenech volteó a las tribunas a mirar los pájaros. Y Zidane, cansado y con mucha presión, comenzó a hartarse. La acción de la jalada de camiseta de Materazzi es una acción que se ve muchas veces, y la de Materazzi es en sí leve, casi un cariñito. Si no repasen el mundial y verán que hasta algunos defensores se agarran del short para impedir que el otro pasara o saltara. Zidane estaba ya para ese momento ofuscado, y cualquier cosa lo iba a hacer explotar. Y fue en el momento menos indicado. ¡Contra el más boquilla de todos los defensas! Déjenme decírselos, aunque me odien: a Zidane le comenzó a pesar la gloria, los minutos se le fueron haciendo largos, extensos, era una final eterna para él. Si Francia estaba 1-0, es casi probable que no hubiese reaccionado así. Cansado y presionado, explotó. Y Materazzi, que lo conoce desde hace años cuando Zidane jugaba en la Juve, y aconsejado seguro por alguno de los ex compañeros de Zizou, le dijo todos los secretos (que solo se conocen en los vestuarios y en la prensa pero que no se dicen en público) de la madre y la hermana. ¡Vayan a saber qué secreto le habrá dicho! Que todos en la Juve pasaron por la hermana, hasta Piel roja Camoranessi. En fin. Todos conocemos a Zizou: su comportamiento es ecuánime, mesurado, frío. Soporta muchas fricciones pero en un determinado momento explota. Retiene la bronca pero cuando esta se colma no hay quien lo pare. Ha tenido 13 expulsiones, casi la misma cantidad de temporadas que ha jugado. Este año también debía ser expulsado, y no había otra alternativa que en la final.

Algo claro: después de fallar el gol de cabeza, Zizou sabía que ya todo estaba terminado para él. Estaba agotado, quería irse a los vestuarios. Total, él ya había cumplido su tarea. Y lo había advertido: quiero irme por la puerta grande, Domenech, cámbiame de una vez. Pero Domenech miró las estrellas, y luego a las tribunas. Zizou no pudo más. Las circunstancias hicieron que explotara contra el más boquilla y sucio de todos los jugadores italianos. Zizou quería irse de todas maneras, y se fue. Total, él ya había cumplido su tarea.

Merci, Zizou.

QUARK

1 comment:

Anonymous said...

Las declaraciones de la madre de Zidane lo dicen todo: "si es cierto que dijo que soy una sucia terrorista, quiero que me traigan sus testículos en un plato" ¡Toda la familia es de armas tomar!