Sunday, July 02, 2006

Adiós, Dinho

SIN VINCHA: Sin esa vincha con la R en un círculo, sin ínfulas, sin comerciales, sin ganas. ¿Qué le ocurrió a Dinho? Este debió ser su Mundial y no lo fue. Este debió ser el Mundial de Brasil y tampoco lo fue. ¿A quién culpar?

¿Para qué vine a este Mundial? Parece estar diciéndose Dinho. Y la respuesta es muy compleja. Realmente todos, absolutamente todos, esperábamos que éste sea El Mundial de Dinho. Incluso aquellos que, como yo, estábamos convencidos de que Brasil no iba a ganar la copa, pensábamos que Ronaldinho iba a ser la estrella. ¿Por qué? No por las propagandas de Nike, obvio, sino porque todos los que amamos el fútbol somos testigos de la manera de jugar de este sujeto en el Barcelona. Es una fiera, es un mago, es un Zidane. Maneja el equipo, les da ánimos, esconde la pelota, la suelta, e incluso en un mal día da siempre un par de pases magistrales que terminan siendo gol. Ahora, las frías estadísticas anuncian que es uno de los jugadores con mayor porcentaje de eroores en los pases en este Mundial. ¿Macumba alemana? Quien sabe, quizá Parreira tenga mucho que explicar. Pero para mí existe una verdad obvia: a un jugador que juega de manera extraordinaria NADIE puede decirle que juegue mal, por más que lo ponga de back central o simplemente lo pegue al palo izquierdo del arco. Es imposible. Así que la respuesta va por otro lado: ¿no se puso la camiseta Ronaldinho? Lo dudo, quien lo ha ganado todo -incluso una Copa del Mundo el mundial pasado- sabe muy bien el peso de una camiseta. ¿Entonces qué? Quizá la respuesta podamos buscarla en la extrema confianza, la seguridad absolutamente ridícula de que ya habían ganado el Mundial sin jugarlo. Para ellos, era imposible no perderlo y fueron a Alemania solo para cumplir con un trámite casi burocrático. Por eso salían a divertirse y cerraban filas contra los ataques de la prensa. Parreira los había convencido que jugando al 50% de lo que juegan, les ganaban a todos y batían sus récords. Y quizá hubiera sido cierto, si no fuera porque tuvieron que enfrentarse otra vez a la bestia negra impredecible de Zidane, que se la puede pasar aburrido todos los partidos con el Real Madrid pero de pronto le entra el ciclón y decide volver a ser el Mejor Jugador del Mundo. Lo que yo vi hace unos días fue lo mismo que vi en 1998: un equipo dispuesto a ganar y otro que se sentía avasallado por ese poder interior, por esas ganas de ganar y, encima, por ver que el cachaciento francés les hacía el "jogo bonito" y ellos eran incapaces de vulnerar una defensa infranqueable que no se parecía en nada a la japonesa o a la ganhesa. Once burócratas, comandados por un funcionario, no podían vencer a unos sujetos a los que los habían jubilado antes de tiempo y tenían que saldar una deuda de honor. Así se fue Brasil, así perdió Dinho. Igual, sigue siendo el mejor del mundo, aunque haya sido una decepción tan grande como lo es siempre en manos de Quark en Neverland. TYSON

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