¡SITUACION DE GOL, MIS VERIJAS!
Por: El Chucho
No saben cómo me arrepiento de haberme dejado convencer por mi nieto Jotito para ver juntos el partido entre los brasileros carnavalicios y los franchutes traga-baguettes. ¡Y es que Jotito no se callaba nunca! Para hacer que cierre el pico tuve que usar mi enorme poder de convicción y amenazarlo con hacerle una vasectomía con mis caninos inferiores (y de paso terminaba de una vez por todas con esa payasada de la transmisión genética de la dispepsia, el megacolon, la alergia al polen y la extrema melancolía) si seguía hablando sin parar. Y es que Jotito no dejaba de repetir las frasecitas analfabetas que chillaban los locutores de la estación televisiva, en especial los pleonasmos y redundancias de un sujeto al que llaman el Colorado, un tipo de pelo bermejo y ojos de tortuga que si me lo encuentro hago un concolón con sus pecas. Ya no hay comentaristas de fútbol a los que uno puede admirar, como por ejemplo Alfonso Alquinta Chicoy, "El Mudito", potente voz de la radio Presidente Leguía, al que apodaban el Obelisco del Fútbol por sus comentarios punzantes aunque algo desproporcionados (cuando un jugador, casi siempre argentino, se quejaba de una falta, gritaba al micrófono que a ese llorón deberían hacerle una exploración colónica con una cerbatana para que sepa lo que es dolor), o el sibaritismo del finado Sanhueza, que desde las ondas de la inigualable radio Reloj solía injuriar a los jugadores lentos silbándoles que eran más decidiosos que un ánade de regular dimensión.
De todas las chifladuras que dice Jotito, la que más me descompensa el colesterol es aquella que repite a veces, con voz de profesor pre-universitario, “Ronaldo está en nada, no se coloca en situación de gol” ¿Colocarse en situación de gol? ¡Colocarse en situación de gol mis verijas! Ponerse los chimpunes es colocarse en situación de gol y se acabó. ¿De qué exquisiteces hablan los ídolos televisivos de Jotito? ¿Desde cuando hay que leer El Existencialismo Es Un Humanismo para entender las decisiones de un delantero centro? Qué triste hubiera sido que Jules Fontaine creyese en esas cosas de colocarse en situación de gol. El hombre veía un objeto esférico por las inmediaciones del metro cuadrado de césped que el profesor le había destinado, se cercioraba de que no fuera la cabeza de un back central (operación visual no siempre efectiva por la rapidez con que debía ser realizada) y una vez que estaba convencido de que hacerlo no era un crimen, le daba a la bola un puntapié que terminaba reventando las piolas o astillando el palo derecho, o ambas cosas al mismo tiempo. ¡Esos sí eran golazos! Ahora califican como “el mejor gol del mundial” a unas pelotitas de plástico llevadas por el viento o a una pasadita mezquina de balón con tres uñas, como si el jugar pelota fuera una invitación al Salón Ruso para tomar té con señoras que conversan sobre los bochornos de la menopausia. Es ridículo en lo que se ha convertido este deporte, y así se lo he dicho mil veces a Jotito, pero él sigue sin entenderme y se alegra de ver repetida, una y otras vez, las jugadas inútiles que él llama “estrategias”, que para mí es una mala palabra inventada por Edgar Hoover para que le suban el sueldo con planillas secretas.
En mis tiempos, era fácil decidir científicamente cuál era el mejor gol del Mundial: solo había que cuantificar la cantidad del aire que había dejado escapar el bláder después de la patada. Y los arqueros del equipo contrario, en vez de quedarse tendidos en el pasto, o agarrarse a puñetazos con los actualmente femeninos palos redondeados (que han reemplazado a los palos cuadrados de madera noruega, una invitación al desnuque que jamás impidió que Lev Yashin se arrojara de un lado a otro como Jotito después de madrugar con sus amigos del barrio), lo que hacían entonces era meterse en el arco, recoger la bola apachurrada y empezar a inflarla, soplando directamente en la pichina, para reanudar rápido el partido. ¡Eso sí era un Mundial de Fútbol y no la representación del Lago de los Cisnes en canilleras en que se ha convertido ahora! Las canilleras, por cierto, vaya invento para más descarado, igual que los suspensores y las vinchas para pelo. El único accesorio cuyo uso se alentaba antes era la glostora. Hoy, con tantos accesorios permitidos, no sé cómo se quejan de que el zambito cojitranco de Roberto Carlos haya descuidado al panqueque aquel de Henry por estar alineándose las calcetas. ¡Brasil fuera del Mundial por culpa de un par de medias caídas! Yo fui testigo de cómo Valeriano López una vez apareció en los vestidores y se había olvidado de ponerse calcetines, y como el árbitro no lo quería dejar entrar sin medias para no ofender a las damas que asistían al encuentro, se las pintó sobre el mismo pellejo pelado con un carbón que le facilitó a una anticuchera que glorificaba su oficio en la entrada Sur del estadio victoriano.
En fin, es absurdo hacer más bilis por todas las cosas que han cambiado desde que la bella copa Jules Rimet fue reemplazada por esa representación bañada en oro del bolo alimenticio. Por eso preferí hacerme el sordo cuando Jotito le pidió a mi hijo Pelota que le compre unos chimpunes celestes como los del capitán de Inglaterra. ¡El mismísimo capitán de la rubia albión usando chimpunes color Cielo Caribeño Despejado! Si sus proletarios antepasados británicos, de dientes chuecos y aliento a bucanero, hubieran podido predecir lo que yo he visto con mis propias cataratas, hubiesen maldecido eternamente el pésimo día en que se les ocurrió patear por primera vez la vejiga inflamada de una vaca y ponerse a correr tras ella en viril ropa interior para hombres. Lo he dicho y lo repito siempre: el día que se inventó la Posición Adelantada este deporte maravilloso que llamamos fútbol se fue al mismísimo carajo.
Tuesday, July 04, 2006
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
2 comments:
Jajaja. qué mate de risa. Cada vez mejor la columna del viejo chucho.
jaja! buena
Post a Comment